Las grasas trans siempre han tenido muy mala fama entre la población. Sabemos que son malas para la salud y que debemos evitarlas especialmente en la alimentación de los niños, pero ¿sabemos donde se encuentran y por qué evitarlas?
¿Qué son las grasas trans?
Las grasas trans (AGT) son ácidos grasos insaturados que se forman de forma industrial al convertir aceite líquido en grasa sólida (proceso llamado hidrogenación). También se conocen como ácidos grasos trans, aceites parcialmente hidrogenados y grasas trans-colesterol.
Según el Instituto Nacional del Cáncer el consumo de grasas trans aumenta las concentraciones de colesterol en la sangre y el riesgo de padecer una cardiopatía
Las grasas trans pueden formarse, además de por el proceso industrial de hidrogenación, de forma natural en el estómago de los rumiantes encontrándose en pequeñas cantidades en carne, leche y derivados.
¿Donde se encuentran las grasas trans?
📍 En pequeñas cantidades en carne, leche y derivados.
📍 En embutidos
📍 Alimentos congelados, como los canelones, las pizzas, el yogur helado o el helado.
📍 Productos fritos o empanados, como las croquetas.
📍 Aperitivos salados, como las patatas fritas.
📍 Galletas.
📍 Grasas sólidas como las margarinas y mantecas.
📍 Bollería industrial.
📍 Pasteles y tartas.
📍 Comida rápida.
📍 Sustitutos de crema no lácteos.
✨La única forma de reconocerlo en los alimentos procesados es a través de la lectura de las etiquetas ✨
¿Cómo puede ayudar a mi hijo a evitarlas?
📍 Evita comprarlas y tener en casa como una opción alimentaria
📍 Fomenta el consumo de grasas insaturadas, que se encuentran en los siguientes alimentos:
• Frutos secos, destacando entre ellos las nueces.
• Semillas oleaginosas, como las semillas de lino o chía.
• Pescado azul: es preferible elegir variedades salvajes y de pequeño tamaño para evitar la acumulación de metales pesados.
• Aceites vegetales, como el de oliva.
• Aguacate, rico en ácidos grasos monoinsaturados, como se ha comentado anteriormente.
Consideraciones finales
En los últimos años su utilización por parte de la industria alimentaria se ha reducido notablemente en favor de otras materias primas. Un gran paso en la regulación de su consumo ha ocurrido desde abril de este año cuando se ha establecido como norma a la industria alimentaria limitarla a un máximo de 2 gramos por cada 100 gramos de grasa en alimentos destinados al consumidor final y en alimentos destinados al suministro a minoristas.
Sin embargo, todavía hay camino por andar especialmente desde la cocina familiar. Lo bueno es que estamos en el camino